miércoles, 3 de junio de 2009

Historia

El invento Mau Mau fue concebido por los hermanos Lata Liste y Federico Fernández Bobadilla como manera de redefinir las boites de la época, como el Sans Souci y el Embassy de Olivos. Los primeros atisbos de esta renovación se vieron en Reviens, en cuyo local se abandonó la orquesta en vivo y se comenzó a pasar discos (acompañándolos con tumbadoras para resaltar el ritmo). Mau Mau fue más lejos: eliminó las mesas altas con veladores y taburetes en favor de cómodos sillones y mesas bajas, inaugurando así la “boite living”. Recuerda Lata Liste: “Gastamos 20 millones de pesos para simular el living de un millonario en el que, noche a noche, se daban refinadas fiestas. Hay que pensar que, hasta entonces, las boites argentinas sólo tenían capacidad para 120 personas, y de ahí su nombre: boite quiere decir cajita. No todos pudieron adaptarse al cambio y, cuando Mau Mau abrió con una capacidad para 400 personas, generó el mismo efecto que tendría en los 80 la irrupción de la discoteca masiva, con Studio 54”.
Cuando los padres de Lata Liste se enteraron de lo que pensaban hacer sus mellizos pusieron el grito en el cielo. En esa época la palabra boite tenía connotaciones negativas: el negocio de noche no estaba bien visto y los Lata Liste se propusieron cambiar esa imagen: no más sótanos baratos y mal iluminados, sino un coqueto local en la calle Arroyo. En lugar de poner un patovica en la entrada, optaron por un riguroso sistema de entrada atendido por un profesional que recordaba los nombres de todos los habitués. Para entrar había que ser mayor de edad, ir de riguroso saco y corbata (los caballeros) o de largo (las damas). Los baños eran impecables, había un maître (el Tano Fabrizzi) que acompañaba a la gente a sus mesas y los camareros nunca entraban en confianza con los clientes. De la noche a la mañana, la “boite exclusiva” desplazó a “la boite tabú” y exigió ser reconocida como un espacio único y mítico desde su misma concepción.
“Nosotros estábamos todas las noches al pie del cañón. De más está decir que jamás bailamos o bebimos en Mau Mau. Eramos los últimos en irnos, después de hacer la caja y dejar todo listo para el día siguiente.” La oficina funcionaba en el mismo local y, según recuerda Lata Liste, fue sede de muchísimos acuerdos que se gestaban en las mesas que rodeaban la pista de baile.

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